Documenta Catholica Omnia
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam


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Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos a un Religioso para Alcanzar la Perfecion

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos copiados por Magdalena del Espiritu Santo

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos por la Madre Maria de Jesus

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos procedentes de Antequera

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Avisos recogidos por la edicion de Gerona

§ 2

2. ¡Oh, cuán dulce será a mi la presencia tuya, que eres sumo bien! Allegarme he yo con silencio a ti y descubrirte he los pies porque tengas por bien de me juntar contigo en matrimonio a mí, y no holgaré hasta que me goce en tus brazos (cf.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico Espiritual A

§ 0

11. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados!

§ 0

Cuando tú me mirabas, su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían.

§ 6.5

Como si más claro dijera: esto, Señor mío, Esposo, que andas dando de ti a mi alma por partes, acaba de darlo del todo; y esto que andas mostrando como por resquicios, acaba de mostrarlo a las claras; y esto que andas comunicando por medios, que es como comunicarte de burlas, acaba de hacerlo de veras, comunicándote por ti mismo: que parece a veces en tus visitas que vas a dar la joya de tu posesión y, cuando mi alma bien se cata, se halla sin ella, porque se la escondes, lo cual es como dar de burla.

§ 7.3

Y esta llaga se hace en el alma mediante la noticia de las obras de la encarnación del Verbo y misterios de la fe; las cuales, por ser mayores obras de Dios y que mayor amor en sí encierran que las de las criaturas, hacen en el alma mayor efecto de amor; de manera que, si el primero es como herida, este segundo es ya como llaga hecha, que dura; de la cual, hablando el Esposo en los Cantares (Ct 4, 9) con el alma, dice: Llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en el uno de tus ojos y en un cabello de tu cuello.

§ 11

¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados, que tengo en mis entrañas dibujados!

§ 11.2

Si en esos tus semblantes plateados.

§ 11.3

Dice, pues, ahora el alma a la fe: ¡Oh, si en esos tus semblantes plateados, que son los artículos ya dichos, con que tienes cubierto el oro de los divinos rayos, que son los ojos deseados que añade luego, diciendo:

§ 11.4

Y así, es como si dijera: ¡Oh, si esas verdades que informe y oscuramente me enseñas encubiertas en tus artículos de fe, acabases ya de dármelas clara y formadamente descubiertas en ellos, como lo pide mi deseo! Y llama aquí ojos a estas verdades por la grande presencia que del Amado siente, que le parece la está ya siempre mirando; por lo cual dice:

§ 12.1

Y así, no pudiendo sufrir el exceso en sujeto tan flaco, dice en la presente canción: Apártalos, Amado, es a saber, esos tus ojos divinos, porque me hacen volar saliendo de mí a suma contemplación sobre lo que sufre el natural.

§ 15.3

Que por eso la esposa en los Cantares (Ct 1, 3) pidió al Esposo esta divina atracción, diciendo: Trahe me, post te curremus in odorem unguentorum tuorum, esto es: Atráeme tras de ti, y correremos al olor de tus ungüentos.

§ 15.3

Y después que le dio este divino olor, dice In odorem unguentorum tuorum currimus: adolescentulae dilexerunt te nimis; quiere decir: Al olor de tus ungüentos corremos, las jóvenes te amaron mucho.

§ 15.3

Y David (Sal. 118, 32) dice: El camino de tus mandamientos corrí cuando dilataste mi corazón.

§ 21.6

Esto mismo del cabello y del ojo dice el Esposo en los Cantares (Ct 4, 9) hablando con la Esposa, diciendo: Llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en uno de tus ojos y en un cabello de tu cuello.

§ 22

Cuando tú me mirabas, su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían.

§ 22.2

su gracia en mí tus ojos imprimían.

§ 23.6

Bien puedes ya, Dios mío, mirar y preciar mucho al alma que ya una vez miraste, pues con tu vista primera la dejaste prendas con que ya no una sola vez sino muchas merece ser vista de tus divinos ojos; porque, como se dice en el libro de Ester (Ester 6, 11), hoc honore condignus est quemcumque rex voluerit honorare.

§ 27.4

Porque tu madre la naturaleza humana fue violada en tus primeros padres debajo del árbol, y tú allí también debajo del árbol de la cruz fuiste reparada; de manera que si tu madre debajo del árbol te causó la muerte, yo debajo del árbol de la cruz te di la vida.

§ 28.6

De donde también dice David (Sal. 118, 131): Os meum aperui, et attraxi spiritum, quia mandata tua desiderabam; como si dijera: Abrí la boca de mi esperanza y atraje al aire de mi deseo, porque esperaba y deseaba tus mandamientos.

§ 30.2

Como si dijera: querido Esposo mío, recógete en lo más interior de mi alma, comunicándote a ella escondidamente, manifestándole tus escondidas maravillas ajenas de todos los ojos mortales.

§ 33.3

Esta es la adopción de los hijos de Dios, que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por san Juan (Jn 17, 10) al Eterno Padre, diciendo: Omnia mea tua sunt, et tua mea sunt, que quiere decir: Padre, todas mis cosas son tuyas, y tus cosas son mías.

§ 33.6

En la espesura de tus maravillosas obras y profundos juicios, cuya multitud es tanta y de tantas diferencias, que se puede llamar espesura; porque en ellos hay sabiduría abundante y tan llena de misterios, que no sólo la podemos llamar espesa, mas aún cuajada, según lo dice David (Sal. 67, 16), diciendo: Mons Dei, mons pinguis, mons coagulatus, mons pinguis, que quiere decir: El monte de Dios es monte grueso y monte cuajado.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual B

§ 0

12 ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados!

§ 0

32 Cuando tú me mirabas, su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso me decían los míos adorar lo que en ti vían.

§ 1.8

¿Qué más quieres, ¡oh alma!, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu Amado, a quien desea y busca tu alma? Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él, pues le tienes tan cerca.

§ 1.8

¿Qué más quieres, ¡oh alma!, y qué más buscas fuera de ti, pues dentro de ti tienes tus riquezas, tus deleites, tu satisfacción, tu hartura y tu reino, que es tu Amado, a quien desea y busca tu alma? Gózate y alégrate en tu interior recogimiento con él, pues le tienes tan cerca.

§ 1.10

Y mira que a ese escondrijo le llama él por Isaías (26, 20), diciendo: Anda, entra en tus retretes, cierra tus puertas sobre ti, esto es, todas tus potencias a todas las criaturas, escóndete un poco hasta un momento, esto es, por este momento de vida temporal.

§ 1.10

Y mira que a ese escondrijo le llama él por Isaías (26, 20), diciendo: Anda, entra en tus retretes, cierra tus puertas sobre ti, esto es, todas tus potencias a todas las criaturas, escóndete un poco hasta un momento, esto es, por este momento de vida temporal.

§ 1.10

Y mira que a ese escondrijo le llama él por Isaías (26, 20), diciendo: Anda, entra en tus retretes, cierra tus puertas sobre ti, esto es, todas tus potencias a todas las criaturas, escóndete un poco hasta un momento, esto es, por este momento de vida temporal.

§ 1.12

Y, por tanto, no repares en parte ni en todo lo que tus potencias pueden comprehender.

§ 6.6

Como si más claro dijera: esto, Señor mío Esposo, que andas dando de ti a mi alma por partes, acaba de darlo del todo; y esto que andas mostrando como por resquicios, acaba de mostrarlo a las claras; y esto que andas comunicando por medios, que es como comunicarte de burlas, acaba de hacerlo de veras, comunicándote por ti mismo: que parece a veces en tus visitas que vas a dar la joya de tu posesión y, cuando mi alma bien se cata, se halla sin ella, porque se la escondes, lo cual es como dar de burla.

§ 7.3

De la cual hablando el Esposo en los Cantares (4, 9) con el alma dice: Llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en el uno de tus ojos y en un cabello de tu cuello.

§ 11.5

Lo mismo le acaeció a Moisés en el monte Sinaí (Ex. 33, 13), que, estando allí en la presencia de Dios, tan altos y profundos visos de la alteza y hermosura de la divinidad de Dios encubierta echaba de ver que, no pudiendo sufrirlo, por dos veces le rogó le descubriese su gloria, diciendo a Dios: Tú dices que me conoces por mi propio nombre y que he hallado gracia delante de ti; pues, luego, si he hallado gracia en tu presencia, muéstrame tu rostro para que te conozca y halle delante de tus ojos la gracia cumplida que deseo; la cual es llegar al perfecto amor de la gloria de Dios.

§ 12.1

¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados!

§ 12.3

Si en esos tus semblantes plateados.

§ 12.4

Dice, pues, ahora el alma a la fe; ¡oh, si en esos tus semblantes plateados (que son los artículos ya dichos), con que tienes cubierto el oro de los divinos rayos (que son los ojos deseados, que añade luego, diciendo):

§ 12.5

Y así es como si dijera: ¡Oh, si esas verdades que, informe y oscuramente me enseñas encubiertas en tus artículos de fe, acabases ya de dármelas clara y formadamente descubiertas en ellos, como lo pide mi deseo! Y llama aquí ojos a estas verdades por la grande presencia que del Amado siente, que le parece la está ya siempre mirando; por lo cual dice:

§ 13.2

Y así, no pudiendo sufrir el exceso en sujeto tan flaco, dice en la presente canción: Apártalos, Amado, es a saber, esos tus ojos divinos, porque me hacen volar, saliendo de mí a suma contemplación sobre lo que sufre el natural.

§ 18.3

Como si dijera: querido Esposo mío, recógete en lo más interior de mi alma, comunicándote a ella escondidamente, manifestándole tus escondidas maravillas, ajenas de todos los ojos mortales.

§ 19.9

Por los aires se entiende las afecciones de la esperanza, porque así como aire vuelan a desear lo ausente que se espera; de donde también dice David (Sal. 118, 131): Os meum aperui et attraxi spiritum, quia mandata tua desiderabam, como si dijera: Abrí la boca de mi esperanza y atraje el aire de mi deseo, porque esperaba y deseaba tus mandamientos.

§ 21.5

Porque tu madre la naturaleza humana fue violada en tus primeros padres debajo del árbol, y tú allí también debajo del árbol de la Cruz fuiste reparada; de manera que si tu madre debajo del árbol te dio la muerte, yo debajo del árbol de la Cruz te di la vida.

§ 21.6

Multiplicástete e hicístete grande, y entraste y llegaste hasta la grandeza de mujer; y crecieron tus pechos, y multiplicáronse tus cabellos, y estabas desnuda y llena de confusión.

§ 21.6

Multiplicástete e hicístete grande, y entraste y llegaste hasta la grandeza de mujer; y crecieron tus pechos, y multiplicáronse tus cabellos, y estabas desnuda y llena de confusión.

§ 21.6

Y adornéte con ornato; puse manillas en tus manos y collar en tu cuello.

§ 21.6

Y sobre tu boca puse un zarcillo, y en tus orejas cerquillos, y corona de hermosura sobre tu cabeza.

§ 23.4

Que por eso, la Esposa en los Cantares (1, 3) pidió al Esposo esta divina atracción, diciendo: Trahe me; post te curremus in odorem unguentorum tuorum, esto es: Atráeme tras de ti, y correremos al olor de tus ungüentos.

§ 23.4

Y después que le dio este divino olor, dice: In odorem unguentorum tuorum currimus, adolescentulae dilexerunt te nimis; quiere decir: Al olor de tus ungüentos corremos; las jóvenes te amaron mucho.

§ 23.4

Y David (Sal. 118, 32) dice: El camino de tus mandamientos corrí cuando dilataste mi corazón.

§ 28.10

Pues si el demonio tiene tanta fortaleza en sí, por estar vestido de malicias asidas y ordenadas unas con otras, las cuales son significadas por las escamas, que su cuerpo se dice ser como escudo de metal colado, siendo todas las malicias en sí flaqueza, ¿cuánta será la fortaleza de esta alma vestida toda de fuertes virtudes, tan asidas y entretejidas entre sí, que no puede caber entre ellas fealdad ninguna ni imperfección, añadiendo cada una con su fortaleza, (fortaleza) al alma; y con su hermosura, hermosura; y con su valor y precio haciéndola rica; y con su majestad, añadiéndola señorío y grandeza? ¡Cuán maravillosa, pues, será para la vista espiritual esta alma Esposa en la postura de estos dones a la diestra del rey su Esposo! ¡Hermosos son tus pasos en los calzados, hija del príncipe!, dice el Esposo de ella en los Cantares (7, 1).

§ 29.10

Esto mismo del cabello y del ojo dice el Esposo en los Cantares (c. 4, 9), hablando con la Esposa, diciendo: Llagaste mi corazón, hermana mía, llagaste mi corazón en uno de tus ojos y en un cabello de tu cuello.

§ 30.1

Cuando tú me mirabas, su gracia en mí tus ojos imprimían: por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían.

§ 30.3

su gracia en mí tus ojos imprimían.

§ 30.7

Es a saber, en ese favor y gracia que los ojos de tu misericordia me hicieron cuando tú me mirabas, haciéndome agradable a tus ojos, y digna de ser vista de ti, merecieron

§ 31.6

Después que me miraste, quitando de mí ese color moreno y desgraciado de culpa con que no estaba de ver, en que me diste la primera vez gracia, ya bien puedes mirarme, esto es, ya bien puedo yo y merezco ser vista, recibiendo más gracia de tus ojos, pues con ellos no sólo la primera vez me quitaste el color moreno, pero también me hiciste digna de ser vista, pues con tu vista de amor,

§ 31.7

Lo cual conociendo Moisés (Ex. 33, 12­13), pidió a Dios más gracia, queriéndole obligar por la gracia que ya de él tenía, diciendo a Dios: Tú dices que me conoces de nombre y que he hallado gracia delante de ti: pues luego si he hallado gracia en tu presencia, muéstrame tu cara, para que te conozca y halle gracia delante de tus ojos.

§ 32.1

Ella se emplea en alabar y regraciar a él; él, en engrandecer, alabar y regraciar a ella, según es de ver en los Cantares (1, 14­15), donde hablando él con ella, dice: Cata que eres hermosa, amiga mía: cata que eres hermosa y tus ojos son de paloma.

§ 34.2

Dice, pues, allí, hablando con el alma de esta perfección: Entonces, dice, nacerá en la tiniebla tu luz, y tus tinieblas serán como el mediodía.

§ 34.2

Y darte ha tu Señor Dios descanso siempre, y llenará de resplandores tu alma, y librará tus huesos, y serás como un huerto de regadío y como una fuente de aguas, cuyas aguas no faltarán.

§ 34.2

Edificarse han en ti las soledades de los siglos, y los principios y fundamentos de una generación y de otra generación resucitarás; y serás llamado edificador de los setos, apartando tus sendas y veredas a la quietud.

§ 34.2

Si apartares el trabajo tuyo de la holganza, y de hacer tu voluntad en mi santo día, y te llamares holganza delicada y santa gloriosa del Señor, y le glorificares no haciendo tus vías y no cumpliendo tu voluntad, entonces te deleitarás sobre el Señor, y ensalzarte he sobre las alturas de la tierra, y apacentarte he en la heredad de Jacob.

§ 34.5

Esta es la adopción de los hijos de Dios; que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo dijo por san Juan (17, 10) al Eterno Padre, diciendo: Todas mis cosas son tuyas y tus cosas son mías.

§ 34.10

En la espesura de tus maravillosas obras y profundos juicios, cuya multitud es tanta y de tantas diferencias, que se puede llamar espesura; porque en ellos hay sabiduría abundante y tan llena de misterios, que no sólo la podemos llamar espesa, mas aun cuajada, según lo dice David (Sal. 67, 16), diciendo: Mons Dei, mons pinguis, mons coagulatus, que quiere decir: El monte de Dios es monte grueso y monte cuajado.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cantico espiritual CA

§ 11.

11. ¡Oh cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados!

§ 23.

Cuando tú me mirabas su gracia en mí tus ojos imprimían; por eso me adamabas, y en eso merecían los míos adorar lo que en ti vían.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Cautelas

§ 12.

Si esto no haces con fuerza, de manera que vengas a que no se te dé más que sea prelado uno que otro, por lo que a tu particular sentimiento toca, en ninguna manera podrás ser espiritual ni guardar bien tus votos.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Dichos de luz y amor

§ 15.

Niega tus deseos y hallarás lo que desea tu corazón. ¿Qué sabes tú si tu apetito es según Dios?

§ 55.

Mira que, pues Dios es inaccesible, no repares en cuanto tus potencias pueden comprehender y tu sentido sentir, porque no te satisfagas con menos y pierda tu alma la ligereza conveniente para ir a él.

§ 72.

Aunque obres muchas cosas, si no aprendes a negar tu voluntad y sujetarte, perdiendo cuidado de ti y de tus cosas, no aprovecharás en la perfección.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Epistolario

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Grados de Perfecciòn

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    La Subida del Monte Carmelo

§ 2.19.12

Demos caso que está un santo muy afligido porque le persiguen sus enemigos, y que le responde Dios, diciendo: Yo te libraré de todos tus enemigos.

§ 2.29.7

Y el provecho que aquella comunicación sucesiva ha de hacer no ha de ser poniendo el entendimiento de propósito en ella, porque antes iría de esta manera desviándola de sí, según aquello que dice la Sabiduría en los Cantares (6, 4) al alma, diciendo: Aparta tus ojos de mí, porque ésos me hacen volar, es a saber: volar lejos de ti y ponerme más alta, sino que simple y sencillamente, sin poner el entendimiento en aquello que sobrenaturalmente se está comunicando, aplique la voluntad con amor a Dios, pues en amor se van aquellos bienes comunicando, y de esta manera antes se comunicará más en abundancia que antes.

§ 3.22.5

Porque, tomando fuerzas la flaqueza espiritual, le traerá a tanto mal que, como Sansón (Ju. 16, 19), sacados los ojos de su vista y cortados los cabellos de su primera fortaleza, se verá moler en las atahonas, cautivo entre sus enemigos, y después, por ventura, morir la segunda muerte, como él con ellos; causándole todos estos daños la bebida de este gozo espiritualmente, como a él corporalmente se los causó y causa hoy a muchos; y después le vengan a decir sus enemigos, no sin grande confusión suya: ¿Eres tú el que rompías los lazos doblados, desquijarrabas los leones, matabas los mil filisteos y arrancabas los postigos, y te librabas de todos tus enemigos?

§ 3.40.1

Porque muy poco caso hace Dios de tus oratorios y lugares acomodados si, por tener el apetito y gusto asido a ellos, tienes algo menos de desnudez interior, que es la pobreza espiritual en negación de todas las cosas que puedes poseer.

§ 3.44.2

Porque así leemos (2 Par. 1, 11­12) que, porque Salomón acertó a pedir a Dios una cosa que le dio gusto, que era sabiduría para acertar a regir justamente a su pueblo, le respondió Dios diciendo: Porque te agradó más que otra cosa alguna la sabiduría, y ni pediste la victoria con muerte de tus enemigos, ni riqueza, ni larga vida, yo te doy no sólo la sabiduría que pides para regir justamente mi pueblo, mas aun lo que no me has pedido te daré, que es riquezas, y sustancia, y gloria, de manera que antes ni después de ti haya rey a ti semejante.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva A

§ 1.1.14

Y así, sintiendo el alma que esta viva llama vivamente la está comunicando todos los bienes, porque este divino amor todo lo trae consigo, dice: ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres!; lo cual es como si dijera: ¡oh encendido amor, que tiernamente estás glorificándome con tus amorosos movimientos en la mayor capacidad y fuerza de mi alma, es a saber, dándome inteligencia divina según toda la habilidad de mi entendimiento, y comunicándome el amor según la mayor fuerza de mi voluntad, y deleitándome en la sustancia del alma con la afluencia y copiosidad de la suavidad de tu divino contacto y junta sustancial, según la mayor pureza de ella y la capacidad de mi memoria y anchura! Y esto acaece así, más de lo que se puede y alcanza a decir, al tiempo que se levanta esta llama en el alma.

§ 1.1.30

Y así toda la canción es como si dijera: ¡Oh llama del Espíritu Santo, que tan íntima y tiernamente traspasas la sustancia de mi alma y la cauterizas con tu ardor! Pues ya estás tan amigable que te muestras con gana de dárteme en vida eterna cumplida, si antes mis peticiones no llegaban a tus oídos, cuando con ansias y fatigas de amor, en que penaba la flaqueza de mi sentido y espíritu por la mucha flaqueza e impureza y poca fuerza de amor que tenían, te rogaba me desatases, porque con deseo te deseaba mi alma cuando el amor impaciente no me dejaba conformar tanto con esta condición de vida que tú querías que viviese, y los pasados ímpetus de amor no eran bastantes delante de ti, porque no eran de tanta sustancia; ahora que estoy tan fortalecida en amor, que no sólo no desfallece mi sentido y espíritu a ti, mas antes, fortalecidos de ti, mi corazón y mi carne se gozan en Dios vivo (Sal. 83, 2), con grande conformidad de las partes, donde lo que tú quieres que pida, pido, y lo que no quieres, no lo quiero, ni aun puedo, ni pasa por pensamiento pedir: y, pues son ya delante de tus ojos más válidas y razonables mis peticiones, pues salen de ti y tú las quieres, y con sabor y gozo en el Espíritu Santo te lo pido, saliendo ya mi juicio de tu rostro (Sal. 16, 2), que es cuando los ruegos precias y oyes, rompe la tela delgada de esta vida, y no la dejes llegar a que la edad y años naturalmente la corten, para que te pueda amar desde luego con la plenitud y hartura que desea mi alma, sin término ni fin.

§ 1.1.30

Y así toda la canción es como si dijera: ¡Oh llama del Espíritu Santo, que tan íntima y tiernamente traspasas la sustancia de mi alma y la cauterizas con tu ardor! Pues ya estás tan amigable que te muestras con gana de dárteme en vida eterna cumplida, si antes mis peticiones no llegaban a tus oídos, cuando con ansias y fatigas de amor, en que penaba la flaqueza de mi sentido y espíritu por la mucha flaqueza e impureza y poca fuerza de amor que tenían, te rogaba me desatases, porque con deseo te deseaba mi alma cuando el amor impaciente no me dejaba conformar tanto con esta condición de vida que tú querías que viviese, y los pasados ímpetus de amor no eran bastantes delante de ti, porque no eran de tanta sustancia; ahora que estoy tan fortalecida en amor, que no sólo no desfallece mi sentido y espíritu a ti, mas antes, fortalecidos de ti, mi corazón y mi carne se gozan en Dios vivo (Sal. 83, 2), con grande conformidad de las partes, donde lo que tú quieres que pida, pido, y lo que no quieres, no lo quiero, ni aun puedo, ni pasa por pensamiento pedir: y, pues son ya delante de tus ojos más válidas y razonables mis peticiones, pues salen de ti y tú las quieres, y con sabor y gozo en el Espíritu Santo te lo pido, saliendo ya mi juicio de tu rostro (Sal. 16, 2), que es cuando los ruegos precias y oyes, rompe la tela delgada de esta vida, y no la dejes llegar a que la edad y años naturalmente la corten, para que te pueda amar desde luego con la plenitud y hartura que desea mi alma, sin término ni fin.

§ 2.1.26

Pero conviénele al alma mucho estar con grande constancia y paciencia en estas tribulaciones y trabajos de afuera y de dentro, espirituales y corporales, mayores y menores, tomándolo todo como de mano de Dios para su bien y remedio, no huyendo de ellos, pues son sanidad para el alma, como se lo aconseja el Sabio (Ecle. 10, 4), diciendo: Si el espíritu del que es poderoso descendiere sobre ti, no dejes tu lugar (esto es, el lugar y puesto de tu curación, que es aquel trabajo); porque la curación, dice, hará cesar grandes pecados, esto es, cortarte ha el hilo de tus pecados e imperfecciones, que es el mal hábito, para que no vayan adelante.

§ 3.1.5

De donde es de notar que el deleite y robamiento de amor que el alma recibe en el fuego de la luz de estas lámparas es admirable, es inmenso, es tan copioso como de muchas lámparas, que cada una quema de amor, ayudando el ardor de la una al ardor de la otra, y la llama de una a la llama de la otra; así como la luz de la una da luz de la otra, y todas hechas una luz y fuego, y cada una un fuego, y el alma inmensamente absorta en delicadas llamas, llagada sutilmente en cada una de ellas, y en todas ellas más llagada y más sutilmente llagada, en amor de vida, echando ella muy bien de ver que aquel amor es de vida eterna, la cual es juntura de todos los bienes, conociendo bien allí el alma la verdad del dicho del Esposo en los Cantares (8, 6) que dijo que las lámparas del amor eran lámparas de fuego y de llamas. ¡Hermosa eres en tus pisadas y calzado, oh hija del príncipe! (Ct. 7, 1). ¿Quién podrá contar la magnificencia y extrañez de tu deleite en el amor de tus lámparas y admirable resplandor? Porque si una sola lámpara de éstas que pasó delante de Abraham le causó grande horror tenebroso, pasando Dios por una noticia de justicia rigurosa que había de hacer de los cananeos (Gn. 15, 12­17), toda estas lámparas de noticias de Dios que amigable y amorosamente te lucen a ti, ¿cuánta más luz y deleite de amor te causarán que causó aquella sola de horror y tiniebla en Abraham? ¿Y cuánto y cuán aventajado, y de cuántas maneras será tu luz y deleite, pues en todas y de todas éstas sientes que te da su fruición y amor, amándote según sus virtudes y atributos y condiciones?

§ 3.1.5

De donde es de notar que el deleite y robamiento de amor que el alma recibe en el fuego de la luz de estas lámparas es admirable, es inmenso, es tan copioso como de muchas lámparas, que cada una quema de amor, ayudando el ardor de la una al ardor de la otra, y la llama de una a la llama de la otra; así como la luz de la una da luz de la otra, y todas hechas una luz y fuego, y cada una un fuego, y el alma inmensamente absorta en delicadas llamas, llagada sutilmente en cada una de ellas, y en todas ellas más llagada y más sutilmente llagada, en amor de vida, echando ella muy bien de ver que aquel amor es de vida eterna, la cual es juntura de todos los bienes, conociendo bien allí el alma la verdad del dicho del Esposo en los Cantares (8, 6) que dijo que las lámparas del amor eran lámparas de fuego y de llamas. ¡Hermosa eres en tus pisadas y calzado, oh hija del príncipe! (Ct. 7, 1). ¿Quién podrá contar la magnificencia y extrañez de tu deleite en el amor de tus lámparas y admirable resplandor? Porque si una sola lámpara de éstas que pasó delante de Abraham le causó grande horror tenebroso, pasando Dios por una noticia de justicia rigurosa que había de hacer de los cananeos (Gn. 15, 12­17), toda estas lámparas de noticias de Dios que amigable y amorosamente te lucen a ti, ¿cuánta más luz y deleite de amor te causarán que causó aquella sola de horror y tiniebla en Abraham? ¿Y cuánto y cuán aventajado, y de cuántas maneras será tu luz y deleite, pues en todas y de todas éstas sientes que te da su fruición y amor, amándote según sus virtudes y atributos y condiciones?

§ 3.1.16

16. ¡Oh admirable cosa, que, con ser todas estas lámparas de los atributos divinos un simple ser y en él solo se gusten, se vea y guste la distinción de ellas, tan encendida la una como la otra, siendo la una sustancialmente la otra! ¡Oh abismo de deleites, tanto más abundantes, cuanto están tus riquezas más recogidas en unidad y simplicidad infinita, donde de tal manera se conozca y guste lo uno, que no se impida el conocimiento y gusto perfecto de lo otro, antes cada cosa en ti es luz de la otra, que por tu limpieza, oh Sabiduría divina, muchas cosas se ven en ti viéndose una, porque tú eres el depósito de los tesoros del Eterno Padre!

§ 3.1.16

Porque en tus resplandores

§ 3.1.51

Y, dado caso que tengas para alguna alma (porque quizá no tendrá talento para pasar más adelante), es como imposible que tú tengas para todas las que no dejas salir de tus manos; porque a cada una lleva Dios por diferentes caminos, que apenas se hallará un espíritu que en la mitad del modo que lleva convenga con el modo del otro.

§ 3.1.69

Y así, están actualmente Dios y el alma en un amor recíproco en la conformidad de la unión y entrega matrimonial, en que los bienes de entrambos, que son la divina esencia, poseyéndolos cada uno libremente, los poseen entrambos juntos en la entrega voluntaria del uno al otro, diciendo el uno al otro lo que el Hijo de Dios dijo al Padre por san Juan (17, 10), es a saber: Omnia mea tua sunt, et tua mea sunt et clarificatus sum in eis, esto es: Todas mis cosas son tuyas, y tus cosas son mías, y clarificado estoy en ellas.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Llama de Amor Viva B

§ 0

Por tanto, sintiendo el alma que esta viva llama del amor vivamente le está comunicando todos los bienes, porque este divino amor todo lo trae consigo, dice: ¡Oh llama de amor viva, que tiernamente hieres!, y es como si dijera: ¡Oh encendido amor, que con tus amorosos movimientos regaladamente estás glorificándome según la mayor capacidad y fuerza de mi alma, es a saber: dándome inteligencia divina según toda la habilidad y capacidad de mi entendimiento, y comunicándome el amor según la mayor fuerza de mi voluntad, y deleitándome en la sustancia del alma con el torrente de tu deleite (Sal. 35, 9) en tu divino contacto y junta sustancial según la mayor pureza de mi sustancia y capacidad y anchura de mi memoria! Y esto acaece así, y más de lo que se puede y alcanza a decir, al tiempo que se levanta en el alma esta llama de amor.

§ 0

Resumiendo, pues, ahora toda la canción, es como si dijera: ¡Oh llama del Espíritu Santo, que tan íntima y tiernamente traspasas la sustancia de mi alma y la cauterizas con tu glorioso ardor! Pues ya estás tan amigable que te muestras con gana de dárteme en vida eterna, si antes mis peticiones no llegaban a tus oídos, cuando con ansias y fatigas de amor, en que penaba mi sentido y espíritu por la mucha flaqueza e impureza mía y poca fortaleza de amor que tenía, te rogaba me desatases y llevases contigo, porque con deseo te deseaba mi alma, porque el amor impaciente no me dejaba conformar tanto con esta condición de vida que tú querías que aún viviese; y si los pasados ímpetus de amor no eran bastantes, porque no eran de tanta calidad para alcanzarlo, ahora que estoy tan fortalecida en amor, que no sólo no desfallece mi sentido y espíritu en ti, mas antes, fortalecidos de ti, mi corazón y mi carne se gozan en Dios vivo (Sal. 83, 2), con grande conformidad de las partes, donde lo que tú quieres que pida, pido, y lo que no quieres, no quiero ni aun puedo ni me pasa por pensamiento querer; y pues son ya delante de tus ojos más válidas y estimadas mis peticiones, pues salen de ti y tú me mueves a ellas, y con sabor y gozo en el Espíritu Santo te lo pido, saliendo ya mi juicio de tu rostro (Sal. 16, 2), que es cuando los ruegos precias y oyes, rompe la tela delgada de esta vida y no la dejes llegar a que la edad y años naturalmente la corten, para que te pueda amar desde luego con la plenitud y hartura que desea mi alma sin término ni fin.

§ 0

Resumiendo, pues, ahora toda la canción, es como si dijera: ¡Oh llama del Espíritu Santo, que tan íntima y tiernamente traspasas la sustancia de mi alma y la cauterizas con tu glorioso ardor! Pues ya estás tan amigable que te muestras con gana de dárteme en vida eterna, si antes mis peticiones no llegaban a tus oídos, cuando con ansias y fatigas de amor, en que penaba mi sentido y espíritu por la mucha flaqueza e impureza mía y poca fortaleza de amor que tenía, te rogaba me desatases y llevases contigo, porque con deseo te deseaba mi alma, porque el amor impaciente no me dejaba conformar tanto con esta condición de vida que tú querías que aún viviese; y si los pasados ímpetus de amor no eran bastantes, porque no eran de tanta calidad para alcanzarlo, ahora que estoy tan fortalecida en amor, que no sólo no desfallece mi sentido y espíritu en ti, mas antes, fortalecidos de ti, mi corazón y mi carne se gozan en Dios vivo (Sal. 83, 2), con grande conformidad de las partes, donde lo que tú quieres que pida, pido, y lo que no quieres, no quiero ni aun puedo ni me pasa por pensamiento querer; y pues son ya delante de tus ojos más válidas y estimadas mis peticiones, pues salen de ti y tú me mueves a ellas, y con sabor y gozo en el Espíritu Santo te lo pido, saliendo ya mi juicio de tu rostro (Sal. 16, 2), que es cuando los ruegos precias y oyes, rompe la tela delgada de esta vida y no la dejes llegar a que la edad y años naturalmente la corten, para que te pueda amar desde luego con la plenitud y hartura que desea mi alma sin término ni fin.

§ 0

Conviénele, pues, al alma mucho estar con grande paciencia y constancia en todas las tribulaciones y trabajos que la pusiere Dios de fuera y de dentro, espirituales y corporales, mayores y menores, tomándolo todo como de su mano para su bien y remedio, y no huyendo de ellos, pues son sanidad para ella, tomando en esto el consejo del Sabio (Ecle. 10, 4), que dice: Si el espíritu del que tiene la potestad descendiere sobre tí, no desampares tu lugar (esto es, el lugar y puesto de tu probación, que es aquel trabajo que te envía); porque la curación hará cesar grandes pecados, esto es, cortarte ha las raíces de tus pecados e imperfecciones, que son los hábitos malos, porque el combate de los trabajos y aprietos y tentaciones apaga los hábitos malos e imperfectos del alma y la purifica y fortalece.

§ 0

Y aquí el alma, inmensamente absorta en delicadas llamas, llagada sutilmente de amor en cada una de ellas, y en todas ellas juntas más llagada y viva en amor de vida de Dios, echando ella muy bien de ver que aquel amor es de vida eterna, la cual es juntura de todos los bienes, como aquí en cierta manera lo siente el alma conoce bien aquí el alma la verdad de aquel dicho del Esposo en los Cantares cuando dijo que las lámparas del amor eran lámparas de fuego y de llamas (8, 6). ¡Hermosa eres en tus pisadas y calzado, hija de príncipe! (Ct. 7, 1). ¿Quién podrá contar la magnificencia y extrañez de tu deleite y majestad en el admirable resplandor y amor de tus lámparas?

§ 0

Y aquí el alma, inmensamente absorta en delicadas llamas, llagada sutilmente de amor en cada una de ellas, y en todas ellas juntas más llagada y viva en amor de vida de Dios, echando ella muy bien de ver que aquel amor es de vida eterna, la cual es juntura de todos los bienes, como aquí en cierta manera lo siente el alma conoce bien aquí el alma la verdad de aquel dicho del Esposo en los Cantares cuando dijo que las lámparas del amor eran lámparas de fuego y de llamas (8, 6). ¡Hermosa eres en tus pisadas y calzado, hija de príncipe! (Ct. 7, 1). ¿Quién podrá contar la magnificencia y extrañez de tu deleite y majestad en el admirable resplandor y amor de tus lámparas?

§ 0

Pues todas estas lámparas de noticias de Dios, que amigable y amorosamente te lucen a ti, ¡oh alma enriquecida!, ¿cuánta más luz y deleite de amor te causarán, que causó aquélla de horror y tiniebla en Abrahán? ¿Y cuánto y cuán aventajado, y de cuántas maneras será tu deleite, pues en todas de todas recibes fruición y amor, comunicándose Dios a tus potencias según sus atributos y virtudes?

§ 0

17. ¡Oh admirable excelencia de Dios, que con ser estas lámparas de los atributos divinos un simple ser y en él solo se gusten, se vean distintamente tan encendida cada una como la otra, y siendo cada una sustancialmente la otra! ¡Oh abismo de deleites, tanto más abundante eres cuanto están tus riquezas más recogidas en unidad y simplicidad infinita de tu único ser, donde de tal manera se conoce y gusta lo uno, que no impide el conocimiento y gusto perfecto de lo otro, antes cada cual gracia y virtud que hay en ti, es luz que hay de cualquiera otra grandeza tuya; porque, por tu limpieza, ¡oh Sabiduría divina!, muchas cosas se ven en ti viéndose una, porque tú eres el depósito de los tesoros del Padre, el resplandor de la luz eterna, espejo sin mancilla e imagen de su bondad! (Sab. 7, 26), en cuyos resplandores,

§ 0

Y dado caso que tengas para alguna alma (porque quizá no tendrá talento para pasar más adelante), es como imposible que tú tengas para todas las que tú no dejas salir de tus manos; porque a cada una lleva Dios por diferentes caminos, que apenas se hallará un espíritu que en la mitad del modo que lleva convenga con el modo del otro.

§ 0

Y así, entre Dios y el alma está actualmente formado un amor recíproco en conformidad de la unión y entrega matrimonial, en que los bienes de entrambos, que son la divina esencia, poniéndolos cada uno libremente por razón de la entrega voluntaria del uno al otro, los poseen entrambos juntos, diciendo el uno al otro lo que el Hijo de Dios dijo al Padre por san Juan (17, 10), es a saber: Omnia mea tua sunt, et tua mea sunt et clarificatus sum in eis, esto es: Todos mis bienes son tuyos, y tus bienes míos y clarificado soy en ellos.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Noche Oscura

§ 1.9.7

Y a este propósito podemos entender lo que a la Esposa dijo el Esposo en los Cantares (6, 4): Aparta tus ojos de mí, porque ellos me hacen volar; porque de tal manera pone Dios al alma en este estado y en tan diferente camino la lleva, que, si ella quiere obrar con sus potencias, antes estorba la obra que Dios en ella va haciendo, que ayuda; lo cual antes era muy al revés.

§ 2.6.2

La cual también David, sintiéndola mucho en este caso, dice (Sal. 87, 6­8): De la manera que los llagados están muertos en los sepulcros, dejados ya de tu mano, de que no te acuerdas más, así me pusieron a mí en el lago más hondo e inferior en tenebrosidades y sombra de muerte, y está sobre mi confirmado tu furor, y todas tus olas descargaste sobre mí.

§ 2.6.3

Todo lo cual, como quien tan bien lo experimentó en el vientre de la bestia corporal y espiritualmente, testifica bien Jonás (2, 4­7), diciendo así: Arrojásteme al profundo en el corazón de la mar, y la corriente me cercó; todos sus golfos y olas pasaron sobre mí y dije: arrojado estoy de la presencia de tus ojos; pero otra vez veré tu santo templo (lo cual dice, porque aquí purifica Dios al alma para verlo); cercáronme las aguas hasta el alma, el abismo me ciñó, el piélago me cubrió mi cabeza, a los extremos de los montes descendí; los cerrojos de la tierra me encerraron para siempre.

§ 2.11.4

Según esto, en alguna manera se podría considerar cuánta y cuán fuerte podrá ser esta inflamación de amor en el espíritu, donde Dios tiene recogidas todas las fuerzas, potencias y apetitos del alma, así espirituales como sensitivas, para que toda esta armonía emplee sus fuerzas y virtud en este amor, y así venga a cumplir de veras con el primer precepto, que, no desechando nada del hombre ni excluyendo cosa suya de este amor, dice (Dt. 6, 5): Amarás a tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu mente, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas.

§ 2.16.7

7. ¡Oh, pues, alma espiritual!, cuando vieres oscurecido tu apetito, tus aficiones secas y apretadas, e inhabilitadas tus potencias para cualquier ejercicio interior, no te penes por eso, antes lo ten a buena dicha; pues que te va Dios librando de ti misma, quitándote de las manos la hacienda; con las cuales, por bien que ellas te anduviesen, no obraras tan cabal, perfecta y seguramente, a causa de la impureza y torpeza de ellas, como ahora que, tomando Dios la mano tuya, te guía a oscuras como a ciego, a donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos y pies, por bien que anduvieran, atinaras a caminar.

§ 2.16.7

7. ¡Oh, pues, alma espiritual!, cuando vieres oscurecido tu apetito, tus aficiones secas y apretadas, e inhabilitadas tus potencias para cualquier ejercicio interior, no te penes por eso, antes lo ten a buena dicha; pues que te va Dios librando de ti misma, quitándote de las manos la hacienda; con las cuales, por bien que ellas te anduviesen, no obraras tan cabal, perfecta y seguramente, a causa de la impureza y torpeza de ellas, como ahora que, tomando Dios la mano tuya, te guía a oscuras como a ciego, a donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos y pies, por bien que anduvieran, atinaras a caminar.

§ 2.16.7

7. ¡Oh, pues, alma espiritual!, cuando vieres oscurecido tu apetito, tus aficiones secas y apretadas, e inhabilitadas tus potencias para cualquier ejercicio interior, no te penes por eso, antes lo ten a buena dicha; pues que te va Dios librando de ti misma, quitándote de las manos la hacienda; con las cuales, por bien que ellas te anduviesen, no obraras tan cabal, perfecta y seguramente, a causa de la impureza y torpeza de ellas, como ahora que, tomando Dios la mano tuya, te guía a oscuras como a ciego, a donde y por donde tú no sabes, ni jamás con tus ojos y pies, por bien que anduvieran, atinaras a caminar.

§ 2.17.7

También el profeta real de este camino del alma dice de esta manera, hablando con Dios: Y tus ilustraciones lucieron y alumbraron a la redondez de la tierra, conmovióse y contremió la tierra.

§ 2.17.7

En el mar está tu vía, y tus sendas en muchas aguas, y tus pisadas no serán conocidas (Sal. 76, 19­20).

§ 2.17.7

En el mar está tu vía, y tus sendas en muchas aguas, y tus pisadas no serán conocidas (Sal. 76, 19­20).

§ 2.20.1

La causa de esta ligereza en amor que tiene el alma en este grado es por estar ya muy dilatada la caridad en ella, por estar aquí el alma poco menos que purificada del todo, como se dice también en el salmo (58, 5), es a saber: Sine iniquitate cucurri; y en otro salmo (118, 32): El camino de tus mandamientos corrí cuando dilataste mi corazón.

§ 2.21.5

Esta blancura de fe llevaba el alma en la salida de esta noche oscura, cuando caminando, como habemos dicho arriba, en tinieblas y aprietos interiores, no dándole su entendimiento algún alivio de luz, ni de arriba, pues le parecía el cielo cerrado y Dios escondido, ni de abajo, pues los que la enseñaban no le satisfacían, sufrió con constancia y perseveró, pasando por aquellos trabajos sin desfallecer y faltar al Amado; el cual en los trabajos y tribulaciones prueba la fe de su Esposa, de manera que pueda ella después con verdad decir aquel dicho de David (Sal. 16, 4), es a saber: Por las palabras de tus labios yo guardé caminos duros.

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Otras del mismo a lo divino

    

Juan de la Cruz (1542-1591)    Que va por super flumina



Ad Principium

turbia
turbándose
turbéis
turtur
tus
tuum
tuus
tuve
tuviera

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